sábado, 3 de noviembre de 2012

"Hay que unirse, no para estar juntos, sino para hacer cosas juntos". (II)


"Hay que unirse, no para estar juntos, sino para hacer cosas juntos".

La cita también me ha parecido de directa aplicación al momento que vive el PSOE, tras la pérdida de las elecciones autonómicas en el País Vasco, donde gobernábamos, (aún con una minoría exigua y desde unas elecciones que se celebraron en un contexto sociopolítico muy diferente del actual) y en Galicia, donde estábamos, y continuamos, en la oposición. Pienso que es cierto que hay elementos particulares en ambos comicios que explican, en parte al menos, el resultado adverso y que no son extrapolables al conjunto del país, pero mal haría la Ejecutiva Federal en enrocarse, manifestando que las elecciones no tienen un carácter general, de la misma manera que mal hace el gobierno de Rajoy y el Partido Popular al declarar que los resultados son un refrendo a su programa de recortes sociales y desmantelamiento del Estado del Bienestar.

Ya he expresado en otras ocasiones que el problema del Partido Socialista no es geográfico (eso de mirar a la derecha o a la izquierda lo he considerado sólo una manera de estrechar el campo, de achicar espacios) sino que hacia donde se debe girar, en todo caso,  es hacia adelante y hacia fuera de las estructuras de “la oligarquía de hierro”.

Una cosa parecida ha declarado Óscar López, secretario de organización a nivel federal: 'El PSOE debe hacer autocrítica hacia fuera y hacia adelante'.

Y Patxi López también ha dejado escrito en su blog personal “…Y adaptar el partido a la nueva realidad, a las demandas de la sociedad del siglo XXI. Más abierto, más transparente y más participativo. Con los cambios que haya que hacer para conseguirlo…). “Un análisis en frío”, (en referencia a lo que hay que hacer en el congreso del Partido Socialista de Euzkadi, tras la perdida de las elecciones autonómicas, pero extensible al resto del país).

En la encrucijada histórica en la que se encuentra el país, nuestra sociedad, y el propio PSOE, no podemos resolver la situación crítica con las mismas claves que hemos hecho en el pasado ni podemos enmendar la plana intentando volver al punto de inicio porque, de ser posible, resultaría estéril.

El escenario para (empezar a) abordar los cambios necesarios debe ser la próxima Conferencia, no podemos esperar más tiempo ni necesitamos más tiempo de reflexión. ¿Qué hay que hacer?. En primer lugar restablecer los puentes de conexión con nuestros aliados sociales, lo que antaño se denominaba el bloque social de progreso, nos necesitan tanto como nosotros a ellos y aunque quieran que paguemos nuestros errores no pueden permitirse el lujo de seguir escupiendo para arriba. Ello nos obliga a una confesión en toda regla: examen de conciencia, arrepentimiento, propósito de enmienda, confesión pública y cumplir la penitencia.

Soy de los que piensa con Ignacio Sánchez-Cuenca que si el PSOE dijera… ganaría en crédito social. Muchos socialistas ya hemos hecho esa confesión en nuestros círculos de influencia y eso nos hace más creíbles y fiables que si nos atrincheramos en posiciones numantinas, pero es necesaria también a nivel “institucional”, una confesión en público urbi et orbe y el pretexto y el contexto de la Conferencia Federal puede y debe ser el escenario y el momento. Si antes de la Conferencia hacemos este análisis, lo que propongamos en ella tendrá más expectativa y,  esperemos, también más credibilidad. La elaboración y divulgación de un programa alternativo al del gobierno actual, debe ser la tarea principal a la que debe dedicarse el PSOE en los próximos meses.

Paralelamente debe iniciarse un proceso de adecuación de las estructuras del Partido a la sociedad de nuestro tiempo. Porque como dice Patxi López: "Nuestro viejo partido se está convirtiendo en un partido viejo".  Ese proceso de modernización debe pivotar sobre una mayor democratización de la participación de los militantes (y en algunas de las decisiones también de los simpatizantes).

Sólo si se produce esta renovación, refundación, reforma o como se le quiera llamar (pero que no se quede sólo en el nombre, en la etiqueta), podrá pedirse a la militancia mayor implicación y compromiso.  Y no se trata de decirle a los militantes que estén más cerca de la sociedad, que vayan a la calle a recoger los problemas de la gente y a llevar las propuestas del Partido. Se trata más bien de que la dirección esté más cerca de las bases y que predique con el ejemplo.  
  
Por otra parte el PSOE tiene que aclararse sobre el tipo de oposición que va a realizar, que debe realizar y una vez resuelto el asunto hacer que esa estrategia recaiga en personas creíbles en coherencia con el discurso y la forma de hacer oposición.  Hacer oposición (constructiva sí, con alternativas sí, pero oposición del verbo oponerse) y hacer partido (más grande, más democrático, más participativo y abierto a la sociedad), y hacerlo juntos (que no revueltos) y hacerlo unidos (que no uniformes), nada más y nada menos.

Hacer partido y hacer oposición, juntos dentro para pedir alianzas exteriores,  esa es la tarea de los próximos meses.

Y ahora la pregunta del millón ¿puede Rubalcaba liderar esta etapa? En mi modesta e irrelevante opinión, si quiere puede y debe tirar del carro en estos momentos y debe darle la voz y la palabra a los militantes en la Conferencia y a partir de ella debe darle también el voto para decidir quién debe ser la cara a  la alternativa al gobierno de Rajoy. Un nuevo servicio al Partido por parte de Alfredo. Y van…