viernes, 23 de diciembre de 2011

Ampliación de la estación de esquí. Debate con truco

Desde hace unas semanas, la Confederación de Empresarios de Granada, (mucho nombre para tan poca sustancia), con el apoyo y respaldo explícito de la cúpula de la Organización Empresarial Andaluza, viene intensificando su campaña a favor de la ampliación de la estación de esquí con la complicidad especial de un medio de comunicación local.
Se avecinan nubes sobre las cumbres de Sierra Nevada
Estos "ataques" suelen ocurrir de manera recurrente, en especial al inicio de cada temporada, cuando cierto sector de la sociedad granadina, poco conocedor de la estación y mucho menos del conjunto de “la Sierra”, queda deslumbrado por la blancura y brillo de la nieve desde su paseo por el kilómetro cero de la malafollá y contempla extasiado el centelleo del euro en las cumbres de Sierra Nevada. Yo he oído estas voces, muchas veces, desde hace mucho tiempo, que ahora cantan por todas las esquinas la misma cantinela: "hay un millón y medio de posibles visitantes a la estación que vendrían si la estación fuera más grande" y, claro, empiezan a multiplicar por días, por euros y se les hace la boca agua. No hay más proyectos ni estudios al respecto, (bueno los hay pero los ocultan porque nos les interesa), pero con esta pretensión consiguen lavar su incapacidad para explorar nuevas iniciativas alternativas a la especulación y al ladrillo y al pequeño comercio en el que se han movido "el empresariado granadino" durante el siglo pasado.

Este año, están especialmente crecidos por los resultados electorales del 20 N y las expectativas de la derecha andaluza de ganar, por primera vez, las elecciones autonómicas. Javier Arenas y los representantes del PP granadino han calentado el oído a algunos “empresarios” y le han insuflado ánimos en estas pretendidas y antiguas aspiraciones de la vieja carcundia local y de sus sucesores (carcundia también aunque engominada y perfumada).

Hasta ahí casi nada nuevo, un debate eterno, repetido, cansino, que tenemos que volver a librar de manera periódica, como a principios y finales de los 80, en torno al mundial de esquí del 95/96, y más recientemente con la Universiada del 2015.

La coincidencia de haber empezado la temporada anticipadamente a finales de noviembre y disponer de mejores condiciones de nieve que nuestros competidores del resto de estaciones de esquí españolas, los ha envalentonado y ha hecho que el espejismo de una estación de esquí más grande se haya contagiado incluso a otros sectores sociales acuciados por el problema del paro y ajenos a la inviabilidad económica, técnica, legal y ambiental de dicha ambición genuinamente granaína del “contri más mejor”. En esta red  parece que han caído especialmente los responsables de Turismo y Deporte de la Junta de Andalucía, que de pronto se han olvidado del Plan Estratégico  de la estación de Esquí, en vigor hasta el 2017 y se han caído del caballo (y se han unido a los que su aspiración es subirse al otro Caballo).  La capacidad de abducción que tiene la estación de esquí es digna de un reportaje del Iker (el Jiménez), ya que convierte a todos los gestores que llegan a las cumbres y les hace perder la perspectiva olvidando que el mundo, (ni siquiera Sierra Nevada), no acaba en los valles del Monachil y Dílar -por ahora, dirán ellos-.

Esta extraña alianza contra los gestores del parque nacional, conduce a soltarle la patata a "Medio Ambiente" que parecerían como los que han hecho las normas, los que han declarado el espacio protegido y quedarían los de Turismo (y Deporte) como los listos de la clase que han hecho los deberes incluso antes de que se explique la lección. Afortunadamente tanto la directora de Cetursa como el consejero de Turismo han manifestado que tiene que haber un consenso total para la ampliación y respetando las leyes del parque nacional "y el medio ambiente". Más jodido es escuchar al alcalde de Granada decir que está a favor de la ampliación siempre que se respete el "medio ambiente" (tiene guasa). Esto último es poco medible y ya sabemos que aquí se le pone el adjetivo sostenible a algo y ya nos lo quieren hacer colar. Pero que el consenso total (conmigo que no cuenten por lo menos) y respetando la normativa actual es imposible. Y lo saben, o deberían saberlo todos los que alegremente utilizan este discurso.

Algunos recién llegados, y otros que llevan más tiempo, debían saber que ese consenso total, tan difícil en esta cuestión como en otros debates con múltiples enfoques e intereses, es el que se ha llegado con una estación de esquí dentro de un parque natural con una normativa propia, específica, "para permitir la óptima práctica del esquí", (como recoge la propia normativa), lo que significa asumir un importante impacto ambiental, a cambio de que se respeten esos límites y el resto de las cumbres de Sierra Nevada, "no se tocan", y se dedican a otro modelo de desarrollo compatible con la conservación de la extraordinaria biodiversidad y que no altere sus espectaculares valores paisajísticos.

Paralelo a este gran debate, ha habido un incidente, menor en mi opinión en cuanto a su gravedad, pero indicativo de las posiciones que empiezan a alinearse en dos bandos enfrentados completamente.  La  “ocupación” por parte de la empresa que gestiona la estación de esquí, de una parte del parque nacional, de Uso Restringido, en la que si bien es cierto que se ha venido practicando el esquí desde hace tiempo, ha sido de una manera alegal porque está fuera del dominio esquiable; una vez que se ha aprobado este verano de manera definitiva, la nueva normativa del parque y la cartografía de detalle se ha actualizado, CETURSA debe ajustarse al marco legal porque ya estaríamos pasando a una situación de flagrante ilegalidad y en un agravio comparativo con otros usos y actividades que han tenido que acoplarse, adaptarse a la normativa vigente.

Entonces el debate menor, la alternativa a la Pista del Águila, y el mayor, la ampliación de la estación de esquí (o la pretensión todavía más peregrina y temible de una nueva estación en las inmediaciones del Pico del Caballo), se han solapado y entremezclado y vienen a enturbiar el amplio consenso social en el que nos hemos movido durante las últimas décadas en el que sólo han quedado al margen, por los dos extremos, posturas maximalistas.

Me gustaría aprovechar este doble debate, y hacer de la necesidad virtud e impregnado del sentimiento de buen rollo, de buenas intenciones y de búsqueda de la concordia y de la fraternidad de la Navidad (ahora que ya ha llegado  a todos los rincones aunque estaba instalado desde hace tiempo en los centros comerciales), hacer una propuesta que sirviera para reconducir el debate menor alertado públicamente por la Federación Andaluza de Montañismo  (aunque con el expediente administrativo del espacio protegido) sobre la “invasión de una parte del parque nacional” y el mayor, sobre la ampliación de la estación de esquí,  que han querido colocar en la mesa definitivamente y sacar del soterramiento, la avanzadilla de los empresarios, (con la anuencia, al menos, aunque cada vez parece más en connivencia,  con los gestores de la estación de esquí y el aliento de la Consejería de Turismo y Deporte).

Atardecer en el Veleta, no tiene precio
En mi opinión, la empresa pública que gestiona la estación de esquí, que en otras cuestiones en los últimos años está haciendo un esfuerzo importante por mejorar su gestión desde el punto de vista ambiental, tiene que dar un mensaje claro de que cumple escrupulosamente con la normativa y da ejemplo de su actuación. Es una oportunidad de rectificar y de apostar por un modelo de estación, ajustada al dominio esquiable, en la que se dé valor no sólo al cuantos más mejor, sino también a la seguridad, a la calidad de los servicios, la segmentación de los diferentes clientes/usuarios y a la sostenibilidad. Ni más ni menos que el modelo que quedó fijado en el Plan Estratégico de la Estación de Esquí (2010-2017). En general, lo que ha manifestado su directora general que debe abstraerse un poco de los cantos de sirena (son falsos, ni son cantos de atracción ni son sirenas sino leones marinos delimitando su territorio).

El debate menor, por tanto, debe ser resuelto por la propia Cetursa y en el ámbito administrativo interno de la Junta de Andalucía, sin interferencias por lo que debe reconsiderar esta actuación y pactar una alternativa con el parque nacional (haberlas haylas) al trazado de la parte afectada de dicha Pista, apenas unos 800 metros. Con ello se podrá cumplir el mandato del Consejo de Participación del Espacio Natural de Sierra Nevada, órgano de representación institucional y de participación ciudadana, y lanzar un mensaje social claro e inequívoco que sirva no sólo para este incidente puntual, de relativa envergadura, sino y más importante para que dejar de alimentar expectativas que como he manifestado anteriormente no tienen cabida en el actual marco legal, (andaluz, español, europeo y mundial), que no son viables ambientalmente y me atrevería a decir que tampoco técnica ni económicamente, y dejen de generar polémicas falsas y estériles con sus veleidades y sus elucubraciones.

Con esto no haríamos más que mantener el consenso en el que se ha posibilitado en los últimos años la realización de una serie de infraestructuras para mejorar la estación de esquí, a cambio de que respeten sus fronteras. Un consenso forjado durante tres décadas para todo el conjunto de la Reserva de la Biosfera de Sierra Nevada y que acaba de ser plasmado, este mismo verano, en  un Decreto aprobado por el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía (en el que están sentados los consejeros de Medio Ambiente y de Turismo y Deporte, entre otros) por el que se ordena la gestión de todo el parque nacional y el parque natural, y no parece que sea momento, unos meses después, de abrir un debate  al respecto sino de cumplirlo y hacerlo cumplir. Porque esta normativa vigente además ha contado con el respaldo unánime del Consejo de la Red de Parques Nacionales y del Consejo de Participación del Espacio Natural Sierra Nevada, tras un largo proceso de participación y concertación y el encuentro de posiciones buscando equilibrios y conciliando los intereses de los diferentes agentes implicados.

Que Cetursa y los representantes de Turismo se ajustaran al marco legal, vendría muy bien para que desde Sierra Nevada, que está siendo referente y modelo por su aportación a una nueva manera de entender la gestión de un espacio natural y una nueva forma de afrontar el reto del cambio global, pudiera servir también de ejemplo para otros Espacios Naturales Protegidos, para otros ámbitos en los que se plantee este debate. Andalucía, que quiere ser contrapunto en la defensa de las políticas de educación y sanidad públicas, de lo que se practica en otras CCAA, tiene que seguir siendo un referente en las políticas ambientales de conservación de espacios y de especies.

En otro caso, si aquí de lo que se trata es de aprovechar la coyuntura para ganar, por la puerta de atrás, un debate y “comer un peón, un alfil, o incluso un jaque a la dama”, pues entonces, yo sé en qué bando me toca y nos prepararemos para la guerra, dialéctica por supuesto y empezaremos a denunciar que hay gente que quiere, para calentarse, echar a arder las estanterías de las bibliotecas y los violines de las orquestas.

Y si estamos en la Red Europea Natura 2000 y somos Patrimonio de la Humanidad pues pediremos amparo y tutela a las instituciones comunitarias y a la UNESCO si es menester.

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