domingo, 24 de febrero de 2008

La poesía es un arma cargada de futuro


Esta vez no pude asistir a Dos Hermanas, al velódromo que se ha convertido en el Vista Alegre de Andalucía, nuestro talismán blanquiverde y rojo. Estos grandes actos sirven para que militantes y simpatizantes carguen las pilas. El canal PSOE TV sin embargo me ha permitido seguir en directo el gran mitin central de la campaña y aunque sea de manera indirecta he recibido el impulso y la energía necesarias para estos próximos días, duros, muy duros, de campaña.
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He recogido este texto de Benedetti que viene a subrayar el titular de la gran fiesta vivida por los socialistas andaluces y que sirve de contrapunto entre los cenizos catastrofistas y el optimismo y buena suerte de ZP (que tanto irrita a la derecha). Y a continuación he puesto el enlace al defender la alegría que "me pone" y he colocado el poema completo, también de Benedetti en el que se inspira la canción de la plataforma de apoyo a Zapatero.
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ESCÉPTICOS Y OPTIMISTAS

Los escépticos y los optimistas se miran siempre de reojo. Son desconfiados de nacimiento. Los escépticos se burlan de los demás y de sí mismos. Se aburren de creer y no echan de menos las ausencias. Los optimistas vencen al tedio y a la fiebre. Aprenden del ayer y no lo borran. Conocen y reconocen que vendrá algo mejor y desde ya preparan la bienvenida. Los escépticos van y vienen sin nada. Y lo que es peor, sin nadie. Abrazan al pesimismo como único consuelo. Inventan una tristeza sin lágrimas, dura como una mueca. Los optimistas se entienden con el río y con el cielo que lleva en su corriente. Saben que allí navega la tutela más leal, más respetable, y asumen el alma como agua. Los escépticos son apenas mendigos y el tiempo que transcurre les deja su limosna. No logran escapar del viejo laberinto y reciben mensajes que son indescifrables. Los optimistas en cambio guardan a menudo algo de gloria, que no es siempre la de hoy ni la de antes. Hacen un nudo con las certidumbres y llenan su bolsillo de poesía.

DEFENSA DE LA ALEGRÍA



Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas.

Defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos.

Defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias.

Defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres.

Defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa.

Defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.

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